miércoles, 2 de noviembre de 2011

La indolencia del Rey Luis


Luis de Anjou (1326-1382), por la Gracia de Dios Rey de Hungría y Croacia, de Polonia, y de Nápoles, fue sin dudas el monarca más poderoso de su tiempo.

Durante su reinado, Hungría llegó a ser potencia mundial en Europa. El rey, que provenía de la famosa Casa de Anjou, tenía por ancestro directo al mismísimo Carlos de Anjou, el mortal enemigo del Imperio de los Paleólogos (Bizancio).


Como era típico en los soberanos que surgieron del tronco de su familia, Luis gobernó despóticamente, sin llamar a la Dieta Húngara ni consultar continuamente a sus barones, sino que se caracterizó por tomar las decisiones respectivas en cada situación difícil por sí mismo. Era sin dudas, un monarca muy capaz, y un brillante gobernante.


Sin embargo, su miopía política solo lo guiaba a expandirse por territorios vecinos (en su mayoría cristianos), y en luchar contra Venecia. La monarquía angevina en Hungría se basaba en la posesión de castillos por parte del rey, poseían 1/3 de las tierras del reino, y el Renacimiento había llegado al reino con el padre de Luis, Carlos Roberto.


Con un ejército profesional, Luis dotó a sus tropas con piezas de artillería y contó con el apoyo de mercenarios cumanos, quienes largo tiempo habitaban las tierras húngaras. El Papa lo llamaba "el escudo de Cristo, el atleta del Señor," y Luis apoyó en el año 1370 al Pontífice en sus guerras con Florencia.


Lideró invasiones al Reino Angevino de Nápoles en el 1347, en venganza por el asesinato de su hermano Andrés por obra de su cuñada Juana de Anjou, la reina. Guerreó con Venecia por Dalmacia en los años 1345-1381, donde la Serenísima no tuvo más opción que rendirle tributo. En los 1349-1355 batalló al poderoso Czar Dushan de Serbia, derrotándolo. Posteriormente, se dedicó a buscar la conversión de los pueblos ortodoxos de los Balcanes, y así formar un frente común contra los recien llegados Turcos Otomanos (1354).


Más la intolerancia del Rey fue decisiva para debilitar a la región. En el 1365 organizó una Cruzada contra el Reino de Vidin, fragmento del Imperio Búlgaro, y gobernado por Iván Stratsimir, hijo del Zar Iván Alejandro. Fue la primera gran misión evangelizadora de Hungría, pero a su vez, debilitó profundamente al ya para entonces decadente Estado Búlgaro.


En el 1366 Juan V Paleólogo se presentó ante la Corte Húngara en Buda (actual Budapest) para pedirle ayuda al Rey, discusión que terminó en tan malos términos que el emperador de Bizancio tuvo que dejar a su hijo Miguel como rehén, en manos del soberano húngaro. Sus últimas condiciones fueron que ayudaría a Bizancio si el emperador iba a Roma y se sometía al Papa, cosa que Juan V hizo en el 1369, y que de nada sirvió, pues en la hora de necesidad Luis hizo oídos sordos a los llamados tanto del emperador como del Pontífice...


Pese a sus muchos intentos por convertir a serbios, búlgaros, rumanos y bizantinos, Luis no tuvo éxito en aquel proyecto, y finalmente, para el 1374, si bien derrotó a los Turcos en Valaquia, su política lo único que hizo fue desestabilizar de forma contundente los Balcanes, que desde el 1204, habían saltado en pedazos, convirtiéndose en un mosaico de principados que no volverían a estar unidos, sino hasta la conquista Otomana de los años 1354-1460.


Entonces, cabe decir que el rey Luis fue un hombre indolente, que viendo a los Turcos a las puertas de Europa, se preocupó más en combatir la Ortodoxia que a los infieles, que para el año 1526, tras la batalla de Móhacs, dejarían su reino reducido a escombros y ceniza...

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