María de Brienne (en francés, Marie de Brienne) fue la última Emperatriz consorte del Imperio Latino de Constantinopla (1225-1275).
Era la hija de Juan de Brienne, antiguo rey de Jerusalén y una figura heroica de las Cruzadas, con su tercera esposa, Berenguela de León. Fue media hermana de Isabel II (Yolanda de Brienne), reina de Jerusalén y consorte del emperador Federico II.
En el 1229 fue prometida a Balduino II, heredero a la corona de Constantinopla, y su padre Juan fue hecho regente del Imperio por los barones. Fue recién en el 1234 que fue desposada por el joven emperador, aunque el matrimonio no se consumó en ese entonces dada la minoría de la joven emperatriz.
En el 1235, ante el asedio de Constantinopla por los ejércitos búlgaro y bizantino de Nicea, el padre de María, Juan de Brienne, lideró la épica defensa de la Ciudad con unos cuantos centenares de hombres frente a decenas de miles de asaltantes, derrotándolos a todos. Balduino había viajado a Occidente a pedir ayuda...
En el 1237, fallecieron su padre y madre, y María (en ese entonces de 12 años) se quedó a cargo de la defensa de la Ciudad, apoyada por los barones. Casi dos años después regresó su esposo con un gran ejército cruzado y mercenarios cumanos, con los que tomó el castillo de Zurulón a los bizantinos en el 1240, despejando de cierta forma el camino hacia Constantinopla. Es mismo año, Balduino II fue coronado emperador en Santa Sofía, con María a su lado, una doncella de 15 años, y en el 1243 tendrían a su único hijo, Felipe.
El episodio que queremos destacar aquí es el de la estancia de la emperatriz en Chipre, adonde fue a pedir ayuda contra el Imperio griego de Nicea al rey Luis IX, cuyo ejército se encontraba en la isla, durante la Séptima Cruzada (1248-1254). Nos cuenta el cronista Jean de Joinville, testigo de dicho acontecimiento:
"La Emperatriz de Constantinopla llega a Chipre.
Mientras estábamos peregrinando en Chipre, la Emperatriz de Constantinopla me envió un mensaje de que había llegado a Pafos, una ciudad en Chipre, y me pidió que fuera y la buscara allí- Yo y mi señor Everardo de Brienne. Cuando llegamos a Pafos se nos informó de cómo un fuerte viento había deshecho las cuerdas del ancla que sujetaba su nave, y la había empujado hacia Acre, y de todo su equipaje no quedaba nada salvo el manto que tenía puesto, y una cota para las comidas. La trajimos a Limasol, donde el rey y la reina y todos los barones de Francia y de la hueste la recibieron con gran honor.
Al día siguiente le envié algo de paño para hacer un vestido, y piel de armiño también; y le envié algo de taffeta y cendal para hilar el vestido. Mi señor Felipe de Nanteuil, el buen caballero que pertenecía a la casa del rey, encontró a mi escudero cuando se dirigía donde la emperatriz. Cuando este muy digno hombre vió lo que ocurría, fue donde el rey y le dijo que yo había avergonzado al rey y a los otros barones, al haberle enviado ese ropaje a la emperatriz, mientras ellos no se habían enterado de que era lo que necesitaba."
Así pues, la Emperatriz de Constantinopla, sin dudas el Trono Cristiano más importante del orbe para ese entonces, llegó en medio de un temporal a Chipre, y no quedó con más vestimenta que la que traía puesta, conmoviendo al en ese entonces joven Joinville, quien en un gesto de buena voluntad le envió telas para que le hicieran un vestido que, si bien no de acuerdo a su rango, al menos podrían ayudarla a disimular su verguenza ante el Rey y sus barones.
Definitivamente, la ruina y la mala suerte habían asentado su mirada sobre el Imperio Latino, y en especial con la familia que lo gobernaba...
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